No creo en las casualidades. Todo lo que nos sucede lo hemos provocado de algún modo. Hace años, un buen amigo me dijo que yo confabulaba con el universo y provocaba encuentros y momentos que cualquier otro pensaría que era "casual". Puede ser, no le voy a discutir … eso y el efecto mariposa puede que estuvieran detrás del momento en el que decidí apuntarme al festival Inspira de Alvaro Sanz. No, no iba a ir, porque tenía varias razones en contra. Pero fui … ¿por qué? Ilusión, ganas de visitar el Delta del Ebro, conocer gente nueva, pasar unos días con Rosa y sus niñas (a las que adoro hace tiempo), sí, todo eso fueron motivos para ir y cambiar mis planes, trastocarlo todo y subirme al coche de mi amiga rumbo a esta aventura. Ahora bien, fue allí, escuchando, aprendiendo y viviendo cuando supe que fui porque "yo tenía que estar ahí" … intentaré explicarlo mejor aquí.
Curiosamente, no he hecho muchas fotos (además ha habido un pequeño accidente del que saldré airosa, espero, en unos párrafos). Y no es la primera vez que vuelvo cargada de "fotos que no hice". Siempre que me ha pasado esto detrás hay una montaña de emociones que hicieron que el clic lo hiciera más mi mente y alma que la cámara de fotos. Pero todo el que estuvo allí lo sabe ya … no fuimos sólo a hacer fotos, fuimos a crecer e inspirarnos.
Si cierro los ojos huelo a mar, puedo escuchar el ruido de las cremalleras de las tiendas de campaña abriéndose casi a la vez, siento el frío del amanecer y el calor del primer sol sobre la piel. Si cierro los ojos escucho los clics de muchas cámaras y me temo que hasta los mosquitos que nos intentaron hacer imposible la convivencia .. JA … no saben con quien se las estaban viendo.
Si cierro los ojos quiero volver. Tres días, gente que no conocía de nada y mientras escribo les echo de menos. Ahora mismo, en plena resaca emocional, si me preguntara mi hijo que le aconsejo que sea de mayor le diría: hijo, sé montador de pollos. Y serás feliz, y te rodearás de gente feliz.
Yo soy una lianta nata, y fácil de liar (demasiado fácil incluso). Dejarme "liar"para semejante pollo ha sido una de las mejores cosas que he hecho en mi vida. En esta nueva vida que sólo admite luz. En el Delta del Ebro, todo era luz. TODO.
Abro los ojos. Tres horas escasas de sueño mantienen mis ojos pegados. No importa. La aventura está a punto de comenzar … vamos a ver amanecer al mar. Me emociono. Primeras conversaciones con gente que acabas de conocer. Paseos en silencio. Primeros clics …
De pequeña imaginaba que cada uno iba dejado una huella única a su paso por el mundo, algo físico, a lo "Pulgarcito" pero en lugar de migas, huellas de arena …
Y poco a poco todos llegan a la meta … próxima parada: saludo al sol.
Hay personas que desprenden luz. En este festival he descubierto a más de una. Anita Esmel es una de ellas. Hace magia con su cuerpo.
A la vuelta, ya íbamos llenando el saco de vida …
El paseo y el amanecer sirvieron para abrir boca y querer más … la enseñanza es parte de mí, y disfruto cuando alguien disfruta a su vez compartiendo su saber … Alvaro sabe transmitir y captar la atención. Me colé en su charla como una niña inquieta que lo quiere saber todo … disfruté de sus gestos y de la mirada atenta de cuántos allí estaban …
Y creo que llego a un momento un tanto especial en el que cuento con cada uno de los que estáis leyendo este "diario de luz" … hay unas imágenes desordenadas, imprecisas pero nítidas, que quedarán para siempre en mi memoria.
Ahora pienso si el haber perdido una tarjeta llena de fotos, que contenía parte importante de estos días, no será una señal, un modo más de "tener que estar allí" para vivirlo y retenerlo, sin más ayuda que lo que sentí.
Voy a mostrar esas imágenes, sin imágenes.
Comienzan las charlas. Gente creativa, interesante, inquieta. Generosa porque comparte y lo hace con la misma pasión con que crea. Así lo vivo. Hay miradas perdidas que retienen información. Manos que curiosean entre polaroids, que abren tímidamente secretos íntimos de Mö y se trasladan mentalmente a una habitación llena de frases. Sonrisas.
Esta es la imagen que muestra a Ángela Nantes. Ella teme que su charla sea dura y nuestro cansancio no pueda con ella. No sé si cuando hago las fotos ella ya se ha dado cuenta de que nos tiene a todos en el bolsillo. Los gestos lo muestran. Queremos más.
Y falta una foto que, aunque no se hubiera perdido, temo que por si misma no habría podido mostrar la esencia y el fondo … una charla que consiguió que sintiera "que yo debía estar ahí justo en ese momento". Ainara LeGardon. La "chica de negro" que rompió el hielo la noche anterior, para no tener que hacerlo a cara descubierta y a plena luz del día. Allí, frente a muchas caras que no perdían detalle de todo lo que hablaba, iba narrando lo que yo necesitaba escuchar. Me quedé sola, para mí no había nadie más en ese momento que ella y yo. Lo siento si suena egoísta … así lo viví. Con la sencillez y la facilidad de quien habla con el corazón, desgranó su historia, que sin quererlo, fue el motor de una historia personal que ya está en marcha … no hay foto, pero hay algo mejor: un hecho que se está transformando dentro de mí … Cuando pose del todo las emociones, tengo un email pendiente donde explicaré a Ainara lo que pasó sin ella saberlo … gracias.
Más fotos … venga, imaginad … de eso se trata.
Hay una duna y tres personas rodando mientras los demás hacemos clic, clic, clic …
Un niño curioso trepando y Alvaro haciendo fotos tras él … vaya, esas fotos me salieron bien chulas … ¿lo veis?
Hay una puesta de sol en el mar. Una pareja ajena al grupo de locos que disparan fotos sin parar. Hay unas flores de oro, y un salto donde nadie salta a la vez.
También hay un paseo en bici, con niños que cantan rap. Y unas fotos preciosas donde mi amiga Rosa luce como una modelo … qué guapa se te ve … las volveremos a hacer, eso es fácil.
Y después de este despliegue visual sin imágenes, volvemos a la noche de San Juan … y el paseo en barca …
Era la noche de San Juan … y nos fuimos a la Hoguera.
No creo en los deseos, cada vez menos. Estoy en un momento vital en el que "trato de vivir mis sueños" en lugar de "soñar lo que quiero vivir" … y no tenía nada que quemar en la hoguera ni que pedir. Pero sentí que aquel momento, todo lo que estaba viviendo, era un deseo sin pronunciar. En silencio, con el fuego de cara, di las gracias …
¿Cómo se podía redondear la noche?
Con cena, más momentos para compartir y conocer al resto de gente, y un concierto … ay, ya no podía pedir más … ¿no?
Gracias a LeCirke por el concierto. Gracias a Alvaro por acercarnos a su música.
Un aplauso enorme a los niños, que aguantaron madrugones, noches eternas y aún tenían fuerzas para bailar …
Hubo algo que me perdí. El concierto al amanecer de Ainara. Sí, quería hablar con ella y se lo dije así. No era el lugar ni el momento. Y el tener que volver a Madrid conduciendo 7 horas hizo que la cordura aflorara y Rosa, las niñas y yo, nos fuésemos a dormir algo a las tiendas … no salimos volando por el viento de milagro … pero yo volví en un vuelo.
¿Veis las alas?
Son como las fotos de mi tarjeta perdida … se tienen que imaginar.
Gracias por llegar hasta aquí.
Gracias a todos los que han hecho que aún siga sin saberme explicar del todo … y gracias al montador de pollos … volveré. Fue un placer ser una loca más que se tira al suelo cuando ve un rayo de sol en el lugar adecuado …
(… …)